Bandeja de salida
La columna de J.J.Jinks: Victoria
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Para los amantes del fútbol (también para quienes lo detestan) estas son semanas inolvidables, con la Copa América y la Eurocopa jugándose al mismo tiempo. Hay días en que hay tres o cuatro partidos de alta calidad donde la vida se transforma en un continuo de goles, alargues y penales. El sueño de muchos y la pesadilla de unos pocos.
Una Eurocopa con estadios con público, gracias a la amplia vacunación y en la cancha un fútbol vistoso, muchos goles, respeto al arbitraje y una utilización del VAR en forma expedita y colaboradora. En suma un espectáculo de gran nivel. La Copa América por su parte ha sido un recordatorio de lo que significa la falta de desarrollo. Estadios vacíos (menos mal), canchas en mal estado y los jugadores permanentemente tratando de sacar ventajas a partir de la revisión del VAR. La diferencia entre los dos torneos ha sido abrumadora.
Megan Rapinoe es la emblemática futbolista estadounidense. Con una figura enjuta y su pelo muy corto y rosado, ha llevado a Estados Unidos a ganar la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Londres, los Mundiales de Fútbol Femenino de 2015 y 2019, siendo en este último elegida la mejor jugadora; y ese mismo año la FIFA le dio el Balón de Oro como la mejor del mundo. Es decir, una crack. Rapinoe ha llevado su liderazgo más allá de las canchas, pues es una reconocida activista de los derechos de la mujer y de numeras organizaciones LGBT.
Megan hizo noticia pues fue anunciada como embajadora de Victoria’s Secret, la famosa marca de lencería. El imperio que se construyó sobre la imagen de mujeres curvilíneas con mucha piel a la vista y lujosos atuendos se encuentra dando un giro radical a su propuesta de valor incluyendo a mujeres que se han hecho famosas por sus logros más que por sus proporciones.
Esto se da en un contexto donde la compañía de más de 5.000 millones de dólares de venta al año y más de 1.400 locales se encuentra asediada por críticas de sexismo y por estar construida en base al sueño masculino más que atender las necesidades de sus clientas. Hasta hace poco Victoria’s Secret no hacía campañas para el Día de la Madre, no era sexy.
El giro de la opinión pública se dio en pocos años, pero lo suficiente para que una serie de nuevas competidoras se posicionaran como las anti Victoria’s Secret mostrando modelos de mujer más cercanos a la realidad común y haciendo énfasis en la diversidad. La compañía parece haber despertado de la siesta donde la marca se vio seriamente impactada por la inacción.
Las lecciones que deja este caso son abundantes para las empresas y también para el país. Enfrentamos tiempos llenos de nuevos desafíos, y las bases de nuestras victorias pasadas pueden transformarse en pesadas cargas. No es fácil cambiar, pero si uno no lo hace, terminará derrotado y como dicen los futboleros: a llorar a la FIFA.